Segundo cumpleaños de Casa Común
- María Cecilia Restrepo Hernández
- 16 dic 2024
- 3 Min. de lectura
Casa Común cumplió dos años en diciembre, en los que ha explorado y experimentado las economías regenerativas. Y celebró su existencia con música, yoga con tambores, feria de ropa y cosas usadas, cientos de productos y compartiendo con los asistentes un gran sopón en leña (sopa en olla enorme). No sólo celebró el sumar años, sino también aportar a la abundancia presente en el territorio, las relaciones establecidas, la valoración de los recursos locales, así como el tejido y diálogo entre los distintos procesos y territorios vecinos.
Adentrarse en Casa Común es como presenciar el florecimiento de un ecosistema en constante transformación. Su apuesta es migrar de una economía extractivista a otra que construya, apoye, genere abundancia y entienda al ecosistema como un organismo vivo al que también debemos cuidar.
Para citar algunas cifras de lo que alcanza a suceder allí: en estos dos años se han vendido 415 millones de pesos, que es dinero que se queda circulando en el territorio. Hay más de 600 clientes registrados. Han trabajado con 115 productores, 15 de ellos son asociaciones. Se han codificado 900 productos, 95% de los cuales son del territorio, y el 5% restante prestan un sevicio en él.
Su exploración en economías regenerativas les ha traído innumerables y valiosos aprendizajes. Lo que comenzó como una tienda con un sistema de aporte por porcentajes, y luego con un banco de tiempo, ha evolucionado en dos años hacia un modelo de negocio y participación mucho más complejo y rico en matices.
La sostenibilidad, como pilar fundamental, ya no depende únicamente de la tienda y el Café Ensamble, sino que también se nutre de la transformación de productos locales. Las materias primas que traen los productores del campo se convierten en harinas, mermeladas, granolas, condimentos, bebidas, cosméticos naturales y muchos productos más que entran al circuito.
El paso del tiempo también les ha mostrado que el verdadero corazón de este modelo late en la flexibilidad que ofrece a sus productores. Casa Común entiende ahora que cada persona tiene una realidad diferente y por eso les permite elegir su nivel de participación, desde simplemente entregar sus productos hasta involucrarse en la elaboración, venta y distribución. Este enfoque ha tejido una red de confianza y colaboración, donde cada productor aporta desde su lugar, sin presiones ni juicios.
En la tienda y el café hay un diálogo constante. Son espacios para escuchar al cliente y entender sus necesidades. Los productos que no encuentran su lugar se modifican o se dejan ir, mientras que aquellos que resuenan con el público se impulsan y se perfeccionan.
En este último tiempo tuvo lugar la incorporación de Los Comunes, que más que una moneda comunitaria, es un sistema creado para incentivar y facilitar los intercambios y el movimiento de bienes y servicios en el territorio de Barichara, buscando fortalecer las relaciones y la economía local. Una aplicación para celular, que funciona como una billetera virtual, permite almacenar Los Comunes, para hacer pagos o recibirlos.
Por otro lado, en el caney suceden cosas maravillosas. Por él han pasado un gran número de personas dispuestas a compratir sus saberes y a aprender. Allí han tenido lugar talleres de distintas artes, de cocina, agricultura, sesiones de yoga, de fotografía y otro montón de cosas más.
Durante estos dos años Casa Común se ha convertido en un laboratorio de experimentación, donde no solo se gestan productos, sino también nuevas formas de relacionamiento. La comunidad se fortalece a través del constante intercambio de saberes, de los almuerzos compartidos y de los talleres que allí se ofrecen.
A futuro, Casa Común busca materializar su sueño en dos focos. Uno es la construcción de una planta de producción comunitaria. Y el otro es el fortalecer los procesos de emprendimiento de actores del territorio hacia un modelo regenerativo, de manera que el modelo se consolide y proyecte hacia un futuro más abundante y colaborativo. Un sueño que anhelamos que se cumpla y que sin duda traerá bienestar a todos.
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